Searcy Foote

07/09/2010 801 Palabras

Quería ir a la universidad, lejos de aquí. Pero mi tía, Persis, la rica, no me quiso ayudar. Entonces fui jardinero, y con lo que gané compré los libros de John Alden y luché por la supervivencia. Quería casarme con Delia Prickett, pero ¿cómo con lo que yo ganaba? Y ahí estaba mi tía, Persis, septuagenaria, instalada en su silla de ruedas, medio muerta, su garganta tan paralizada que cuando comía se le escurría la sopa como a un pato... Y todavía no satisfecha, invertía sus ingresos en hipotecas, nerviosa en todo momento por sus acciones, rentas y papeles. Ese día le estaba cortando leña y leyendo a Proudhon en mis descansos. Fui a la casa por un poco de agua, y allí estaba, dormida en su sillón, y Proudhon sobre la mesa, y un frasco de cloroformo sobre el libro, ¡lo usaba a veces para dolor de muelas! Vertí el cloroformo en un pañuelo y se lo apliqué a la nariz hasta que murió... Oh Delia, Delia, tú y Proudhon firme mantuvieron mi mano, y el forense dijo que...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info