IV. Magister in sacra pagina (1252-1268)
Tomás apuesta por Aristóteles «Nombrado bachiller —dice su primer biógrafo, Guillermo de Tocco—, empieza a difundir en la enseñanza lo que antes había procurado ocultar su taciturnidad. Le infundió Dios tanta ciencia y puso en sus labios tanta doctrina que parecía exceder a todos incluso a los maestros.Y por la claridad de su doctrina incitaba más que ningún otro en los estudiantes el amor a la ciencia». «El hermano Tomás planteaba en sus cursos problemas nuevos, descubría nuevos métodos, empleaba nuevos conjuntos de pruebas». En efecto, con Tomás de Aquino irrumpe en la Universidad de París un nuevo modo de enseñanza, tanto en el fondo como en la forma. Tomás significa un dominio de la forma escolástica: «nuevos problemas», «nuevos conjuntos de pruebas», «nuevos métodos». Significa, sobre todo, una innovación de fondo. Profundizando en la línea aristotélica iniciada por su maestro Alberto Magno, Tomás representa lo que se ha llamado «revolución aristotélica». Aristóteles, en efecto, entra en la Universidad parisina de la mano de Tomás de Aquino. Esta fue su gran opción y, al mismo tiempo, el gran riesgo del pensamiento medieval. «Se condena a los modernos que se dedican por una ceguera o presunción extrañas a hacer un católico del hereje Aristóteles. Que tengan cuidado de no equivocarse y, por hacer de Aristóteles un católico, no vayan a convertirse ellos mismos en herejes.» Santo Tomás será en muchos casos confundido con esos aristotélicos descarriados del siglo XIII, llamados «averroístas latinos». La posición de Tomás es tanto más arriesgada por cuanto en los estatutos de la Universidad de París, aprobados en 1215, se prohíbe la enseñanza de Aristóteles, considerada como peligrosa para la fe. Se exceptuaba el Organon o la lógica, que hacía tiempo se conocía en Occidente. Esta prohibición no hacía otra cosa que confirmar lo que ya había formulado un concilio provincial de París en 1210. Para comprender mejor la postura de Santo Tomás en esta lucha, hemos de tener en cuenta también la prohibición papal de la «Física» de Aristóteles, en 1231. Con una salvedad: dicha obra queda excluida de la enseñanza hasta que teólogos competentes, designados al efecto, la analicen y depuren. Suponía implícitamente una autorización para que los teólogos se ocupasen de Aristóteles. Téngase en cuenta, además, que para la mentalidad medieval la metafísica y la física pertenecían a la teología. Cierto que la Biblia no habla de la lógica ni de la dialéctica, pero sí de la constitución del mundo. Además, en las citadas obras de Aristóteles se habla de Dios. No ha de extrañar, por tanto, que en París, los primeros comentarios al nuevo Aristóteles sean obra de teólogos: Alberto Magno y Tomás de Aquino son, ante todo, teólogos. Podemos preguntarnos: ¿por qué esta opción de Tomás por Aristóteles y no por Platón o el neoplatonismo? ¿Por qué la preferencia dada por Tomás al intelecto frente a la voluntad? ¿Por qué el predominio de la razón frente a la voluntad y al corazón? Evidentemente, en su conciencia de teólogo y maestro de la fe no había más razón que ésta: «la fe necesitaba ser demostrada bajo una nueva luz y presentada desde otro ángulo». Y Aristóteles ayuda a los intelectuales del siglo XIII a hacer un buen uso de la razón. Para Aristóteles lo mismo que para Tomás de Aquino, en el seno de la realidad sensible hay un elemento inteligible, la forma, que la inteligencia humana activa, intelecto agente, ha de captar. Ahora bien, esta razón no se opone a la fe, sino que conduce a ella y la postula. En definitiva, Santo Tomás quería hacer realidad la fórmula del primero de los escolásticos, San Anselmo: Fides quaerens intellectum: la fe en busca de la inteligencia. Para Santo Tomás la razón teológica es una razón iluminada por la fe-ratio fidei illustrata. De esta manera, Santo Tomás hace posible la unión deja filosofía y de la teología, de la razón y. la fe, del mundo material y del que trasciende los sentidos. Se llegaba así a la síntesis de pensamiento que caracterizará a la Edad Media. Esta fue la novedad inicial de Santo Tomás. Esta fue también la causa de haber suscitado tantas suspicacias y animosidad por parte de otras ideologías: platonismo, agustinismo, etc. Volveremos sobre ello más adelante, al tratar de la doctrina tomista.
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