15/10/2012 520 Palabras

Enrique IV Segunda parte: Epílogo de William Shakespeare EPÍLOGO DICHO POR UN BAILARÍN Primero, mi temor; luego mi reverencia, último, mi discurso. Mi temor, es vuestro desagrado; mi reverencia, mi homenaje y mi discurso, mi disculpa. Si ahora esperáis un buen discurso, estoy perdido; porque lo que tengo que decir, es de mi propia cosecha; y lo que debo decir será, a la verdad, en mi propio perjuicio. Pero al grano y a la buenaventura... Sabréis, pues (como bien lo sabéis) que me encontraba aquí al final de una pieza desgraciada, para pediros paciencia para ella y prometeros una mejor. Pensaba, a la verdad, cumplir mi promesa con esta; pero, si, como una mala operación, no tiene éxito, quiebro y vosotros, mis amables acreedores, perdéis. Prometí que aquí estaría y aquí entrego mi persona a vuestra merced. Rebajad vuestro crédito y os pagaré una parte, haciéndoos promesas infinitas, como lo hacen muchos deudores. Si mi lengua no alcanza a induciros a...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info