El sombrero de tres picos: 24
XXIV: Un Rey de entonces 24 Pág. 24 de 36 El sombrero de tres picos none Hallábase ya durmiendo la mona el señor alcalde, vuelta la espalda a la espalda de su mujer (y formando así con ésta la figura de águila austríaca de dos cabezas que dice nuestro inmortal Quevedo), cuando Toñuelo llamó a la puerta de la cámara nupcial, y avisó al Sr. Juan López que la señá Frasquita, la del molino, quería hablarle. No tenemos para qué referir todos los gruñidos y juramentos inherentes al acto de despertar y vestirse el alcalde de monterilla, y nos trasladamos desde luego al instante en que la Molinera lo vio llegar, desperezándose como un gimnasta que ejercita la musculatura, y exclamando en medio de un bostezo interminable: -¡Téngalas V. muy buenas, señá Frasquita! ¿Qué le trae a V. por aquí? ¿No le dijo a V. Toñuelo que se quedase en el molino? ¿Así desobedece V. a la autoridad? -¡Necesito ver a mi Lucas! -respondió la navarra-. ¡Necesito verlo...
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