Cañas y Barro: 51
none Pág. 51 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez No había más que un inconveniente para comenzar el cultivo, y era que el regalo estaba cubierto de agua y había que rellenar los campos trayendo muchas barcas de tierra, ¡pero muchas! Había que gastar dinero o trabajar por cuenta propia. Pero ¡qué demonio! no debían desmayar; así se habían formado todas las tierras de la Albufera. Las ricas posesiones de hoy eran lago cincuenta años antes, y dos hombres sanos, animosos y sin miedo al trabajo pueden realizar grandes milagros. Mejor era esto que pescar en malos sitios o trabajar en tierras ajenas. A Tonet le sedujo la novedad de la empresa. Si le hubieran propuesto cultivar los mejores y más antiguos campos inmediatos al Palmar, tal vez habría torcido el gesto; pero le gustaba batallar con el lago, convertir en tierra laborable lo que era agua, hacer surgir cosechas donde coleaban las anguilas entre las hierbas acuáticas. Además, en su ligereza de...
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